Encuentros salvajes para acelerar el corazón

Desde que tengo uso de razón he sido un enamorado de la naturaleza y he tenido una fascinación especial por los animales. Cuando era un niño mis papás me inculcaron el respeto por todas las formas de vida, lo cual me quedó grabado como una impronta que hace que hoy valore y admire a todos los seres vivos que habitamos este hermoso planeta y que siempre intente transmitir ese mensaje de respeto a través de mi ejemplo.

Por eso recuerdo con mucho cariño las épocas en que íbamos a la pequeña parcela en el campo que tenían mis abuelos maternos, donde era feliz rodeado de gallinas, patos, palomas y abejas mientras mi abuelo me daba lecciones de biología, o yendo en vacaciones a las playas de Santa Marta a ver los peces de colores bajo el agua. Y también rememoro esos momentos en que, desde la inocencia, a los pájaros que llegaban a la casa de mi infancia les construía con palitos de paleta y retazos de ropa vieja camas y hasta duchas para que se pudieran bañar. Todas esas experiencias me marcaron y me permitieron tener un desarrollo físico y psicológico en el que entendí que los seres humanos formamos parte de la naturaleza y no somos los dueños de ella.

A medida que fui creciendo la atracción por los animales se fue incrementando y me empecé a interesar en conocer más especies y, sobre todo, en poder estar cerca para admirarlas y aprender de ellas. Así terminé tomando decisiones importantes en mi vida como aprender a bucear para observar muchos de los seres que viven en los océanos o empezar a hacer recorridos en reservas naturales, bosques y selvas para tener ese contacto con animales cada vez más grandes, inusuales y salvajes; entendiendo por “salvaje” no a aquel animal peligroso para los seres humanos, sino el que vive libre en su hábitat natural.

Y ha sido gracias a ese deseo intenso de descubrir, de aprender y de explorar, que a lo largo de mi vida me he embarcado en varias expediciones en busca de algunos de los animales más hermosos que hay en nuestro Planeta Azul, los cuales me han regalado momentos mágicos e inolvidables que llenaron mis retinas, mi mente y mi corazón. Así que este es mi top 5 de encuentros con animales salvajes, actualizado hasta la fecha en que escribo esta entrada del blog, porque todavía hay varios que están en la lista de pendientes:

#5 Asistir al desove de una tortuga Caná (Laúd) en Acandí (Colombia)

Sin duda esta ha sido una de las experiencias más enternecedoras y hermosas que he podido tener, así como uno de los grandes descubrimientos -para mí- en los tiempos recientes sobre la posibilidad que había en Colombia de observar de cerca a estas, las tortugas marinas más grandes del mundo. Porque no todos los días se está junto a estos hermosos animales de más de 2 metros de largo y 600 kilogramos de peso, que después de nacer pasan el resto de su vida en el océano, con excepción de las hembras en edad reproductiva que solo cada 2 o 3 años regresan a poner sus huevos en la misma playa donde vieron por primera vez la luz del día, con la esperanza de conservar su especie, que a la fecha ha sido declarada como «vulnerable» a nivel mundial.

Este encuentro único se puede vivir entre marzo y agosto de cada año en el municipio de Acandí, en el departamento del Chocó, sobre las costas del océano Atlántico, en un lugar mágico llamado Santuario de Fauna Playona, sobre el que pueden conocer aún más en el siguiente video de mi canal de YouTube:

#4 Nadar con tiburones ballena en las Islas Maldivas (Maldivas)

Para todos los que buceamos y amamos el océano, el tiburón ballena es considerado como el “santo grial” del buceo, por lo difícil de hallar en condiciones ordinarias (salvo durante ciertas temporadas del año en las que son asiduos visitantes de algunos lugares específicos del mundo). Por eso encontrarse con un tiburón ballena durante un buceo rutinario es como ganarse la lotería, pues se trata del pez más grande del mundo, con aproximadamente 12 metros de longitud, que hipnotiza a cualquiera con el color blanco de sus lunares y las líneas que recorren todo su cuerpo. En mi caso particular, después de haberlo buscado en vano durante varios años, en distintos lugares del mundo, finalmente en las Islas Maldivas, en el Océano Índico, el mar premió mi paciencia y mi espera con dos hermosos tiburones ballena con los que pude nadar en la superficie y observar con detenimiento a 15 metros de profundidad.

¿Cómo no sentir emoción cuando este gigante del océano nada lentamente hacia uno con toda su gracia y poderío?

#3 Observación de tiburones blancos en Isla Guadalupe (México)

Siempre que hablo sobre mi experiencia con los tiburones blancos me preguntan si sentí mucho miedo o si tuve una gran descarga de adrenalina al estar frente al mayor super predador del océano y mi respuesta siempre ha sido negativa; porque en las tres oportunidades en que he podido observar a estos hermosos animales (dos veces en México y una en Sudáfrica), la sensación siempre ha sido de tranquilidad y admiración. Porque más allá de los barrotes de la jaula sumergible en la que uno se encuentra, a pocos metros (en algunos casos centímetros) de distancia está nadando un animal que habita la Tierra desde hace 450 millones de años, mucho antes de que los homo sapiens (nosotros) apareciéramos en escena.

Por eso, no se dejen llevar por esa mala reputación que el cine, la televisión y algunas personas desinformadas les han querido atribuir a los tiburones blancos y más bien disfruten del siguiente video que hice de mi última visita a la Isla de Guadalupe en el Pacífico mexicano:

#2 Acariciar a las ballenas grises en la Laguna San Ignacio (México)

Cuando tenemos poco conocimiento sobre algo, los seres humanos tendemos a caer en el error de generalizar. Y esto fue lo que inicialmente me pasó con las ballenas grises, después de haber tenido la oportunidad de ver en varias oportunidades a las ballenas jorobadas en las costas de Colombia, Costa Rica, México y Alaska. Pero resulta que esta especie es completamente diferente a las demás, especialmente en su comportamiento. Y aunque antes de mi viaje a la Laguna San Ignacio, en el estado de Baja California Sur en México, había leído un poco sobre esta especie, toda esa información no tuvo punto de comparación con la experiencia de estar cerca de estos animales que, después de perder el temor y ganar confianza, se acercan a las lanchas, juegan con las personas, buscan que las acaricien y se ganan el corazón de los humanos más fríos e indiferentes.

Así que si quieren ver cómo fue esta increíble experiencia que viví en este año 2021, aquí pueden ver el video que recientemente acabo de lanzar en mi canal de YouTube Itinerant Lawyer:

#1 Encuentro con los gorilas en el Parque Nacional de los Volcanes (Ruanda)

Finalmente llegamos al puesto No. 1; al encuentro salvaje más emocionante que he tenido en mi vida; al que me quitó la respiración y en el que pude verme reflejado en los ojos de otro ser vivo. Porque al estar ante a un gorila se hace evidente el por qué su ADN es un 97-98% igual al de nosotros; por la forma en que las crías juegan y buscan las caricias de sus mamás, como los jóvenes interactúan entre sí y como el macho espalda plateada cuida y protege a su familia. Jamás olvidaré a la familia de gorilas Sabyinyo a cuyos miembros pude observar en su vida diaria en las montañas de Ruanda, en África Central.

Sin duda alguna esta fue una experiencia no sólo física sino también espiritual, de conexión con el planeta, con la madre naturaleza y con todas las fuerzas del universo, en la que pude sentir lo pequeños e insignificantes que somos los seres humanos frente a la creación; esa misma que muchas veces sentimos -equivocadamente- que tenemos el poder de destruir a nuestro antojo. Por eso, estar frente a uno de los poco más de 1.000 gorilas que aún subsisten en el planeta, es un verdadero privilegio sin par.

Muchas otras son las experiencias fantásticas que he tenido con más especies de animales salvajes alrededor del mundo como delfines, rinocerontes, mantas gigantes o cóndores. Y muchas son también las que están en la lista de pendientes como es el caso de los orangutanes, las ballenas azules, los tigres o los pingüinos emperador. Pero lo verdaderamente importante de estos encuentros, es que jamás perdamos de vista que todos los seres vivos, especialmente los animales, independientemente de su tamaño, de su especie, de su hermosura física y del lugar en el que viven, siempre merecen nuestro respeto y consideración.

Hasta la próxima!

Julián A. Gómez-Díaz – Itinerant Lawyer