¿El éxito de un viaje depende de planearlo o de dejarse llevar?

Este será siempre uno de los eternos dilemas de quien va a emprender un viaje: ¿es mejor planear con anticipación todo lo que voy a hacer en el destino que voy a visitar o resulta más atractivo dejarme sorprender con lo que vaya sucediendo en el camino? Y aunque la respuesta a esta disyuntiva puede ser tan amplia como número de viajeros existe, desde mi experiencia personal creo que hay algunos puntos fundamentales que pueden ser útiles para determinar qué puede resultar mejor para cada uno de nosotros.

En mi caso particular, durante muchos años planeaba meticulosamente todos los detalles de mis viajes, incluso haciendo un cuadro en Excel que contenía la información de cada día, incluyendo los desplazamientos, las actividades a realizar, el lugar donde me alojaría, las atracciones que visitaría y el precio de cada uno de ellos para tener un presupuesto total de lo que costaría dicho viaje. Ahora, habiendo adquirido más experiencia como viajero, aún sigo haciendo mis cuadros de Excel (de los cuales algunos amigos se han burlado, a pesar de que son verdaderos tesoros para mí), pero que cada vez tienen más casillas en blanco y menos información, dejando espacio para que el flujo de los acontecimientos me vaya llevando en cada destino.

Cuadro de Excel con toda la planeación para el viaje a la Copa América de Brasil 2019.

Así que aquí van unas reflexiones puntuales para que ustedes mismos lleguen a la conclusión de qué les resulta mejor en relación con ese viaje que aspiran a emprender: planearlo todo con anticipación o simplemente dejar que el destino los sorprenda cuando ya estén allí.

1. Antes que nada, debo tener claro el tipo de viaje que voy a realizar

Aunque puede sonar obvio, este es el primer aspecto que debemos aclarar para decidir cómo debo prepararme –o no– para ese nuevo viaje que voy a emprender. Porque es verdad que no todos los viajes son iguales. Hay unos en los que uno quiere conocer el mayor número posible de atracciones en el destino, tal como ocurre con las visitas a grandes ciudades llenas de museos, edificaciones históricas o barrios pintorescos; otros en los que uno quiere experimentar con calma a través de los sentidos, como aquellos en los que el interés principal es probar la comida típica del lugar, los vinos u otras bebidas espirituosas; así como otros en los que uno simplemente quiere dedicarse a descansar, relajarse y desconectarse de su rutina, bajo una palmera en la playa o en una cabaña en la mitad de las montañas. Dependiendo del tipo de viaje que uno quiera emprender, ello necesariamente incidirá en la mucha o poca planeación que se requiera para que nuestra experiencia sea satisfactoria.

Atardecer en la isla de Oahu (Hawái), desde la playa de Waikiki.

2. El tiempo es un recurso escaso que hay que saber aprovechar

Habiendo definido el tipo de viaje que se pretende hacer y cuál es el interés que nos mueve a visitar ese destino, debemos recordar que nuestra experiencia no será infinita y que por ende debemos aprovechar al máximo ese tiempo que tendremos disponible. Y ello implica que, para satisfacer nuestras expectativas, debemos anticiparnos para ajustar los detalles que sean necesarios para cumplir con el objetivo que nos trazamos cuando decidimos ir a ese nuevo lugar. Porque, por ejemplo, en un viaje cuyo propósito es hacer un circuito turístico en una ciudad, si previamente hemos planificado cuáles son los lugares que queremos conocer (funciona mucho agruparlos en categorías según la prioridad e importancia de ir a cada uno), eso nos ahorrará tiempo en desplazamientos, en llevarnos la sorpresa de encontrar lugares cerrados o de poder tener una reservación en el restaurante que queremos visitar. Pero incluso si nuestro propósito es ir a la playa a descansar, también es bueno que previamente hayamos coordinado los detalles sobre aspectos tales como los traslados, la alimentación y los planes para hacer, porque eso nos permitirá contar aún con más tiempo libre para disfrutar de ese mojito mientras nos arrulla el sonido de las olas. Así que un poco de planeación también será siempre útil para maximizar el aprovechamiento de nuestro tiempo disponible en el lugar que estamos visitando.

En los atolones de las Islas Maldivas, en el Océano Índico.

3. Planear con anticipación también permite -por lo general- lograr un ahorro

Desde mi experiencia personal, hay algunos aspectos de un viaje que en la mayoría de los casos –por no decir en todos– requieren de una planeación previa, especialmente en lo que se refiere a los itinerarios y medios de desplazamiento, así como a la reservación del lugar de alojamiento. Y ello es así porque en la mayoría de las situaciones, reservar con anticipación unos boletos de avión, de tren o una cabina en un barco, puede resultar mucho más ventajoso que hacerlo sobre el tiempo, con excepción de las ofertas de último minuto –last minute deals– que a última hora pueden resultar muy ventajosas, a pesar de que se corre el riesgo de que las mismas no estén disponibles cuando uno las necesita. En el caso del alojamiento, reservar con anticipación también permite contar con un mayor abanico de opciones de cuartos de hotel o propiedades de alquiler, no sólo con precios más competitivos, sino especialmente con mejores ubicaciones para el propósito de nuestro viaje; porque conseguir un hotel con una buena ubicación no sólo facilitará el desarrollo de nuestro experiencia, sino que además nos permitirá ahorrar en desplazamientos o en gastos adicionales por estar localizados en una zona más alejada que aquélla que despierta nuestro interés.

En un crucero por Alaska, frente al inmenso glaciar Hubbard.

4. Tener conocimiento previo sobre un lugar nos permitirá aprovecharlo de mejor manera

Se ha hecho popular la frase según la cual, los viajes se viven en tres oportunidades: cuando se planean, cuando se realizan y luego cuando se recuerdan. Y en mi caso particular, la primera de ellas es totalmente cierta, pues siempre que voy a ir a un nuevo lugar, previamente dedico una buena parte de tiempo a aprender sobre ese destino, con el propósito de familiarizarme con sus costumbres, con aspectos que debo conocer antes de viajar, identificando los sitios específicos que quiero conocer y obteniendo toda la información que me permita aprovechar al máximo mi estadía. Porque, además, ese conocimiento previo va a facilitar mi experiencia e incluso me va a permitir tener mayor tiempo libre para dejarme llevar. Por ejemplo, ¿sabían ustedes que, en los países de mayoría musulmana, el día de descanso de la semana es el viernes y no el domingo, como sucede en la mayoría de los países occidentales? Tener esa información previamente a mi viaje a un país de mayoría musulmana (como por ejemplo Egipto) me va a permitir organizar mejor mi itinerario y diseñar mis recorridos para disfrutar de la experiencia de la mejor manera posible. En conclusión, parte de la planeación, así uno pretenda dejarse llevar en el lugar que visita, es precisamente aprender previamente sobre ese destino antes de embarcarse en un avión o en un tren para visitarlo.

En el desierto de Wadi Rum, en Jordania.

5. Hay oportunidades que sólo se presentan una vez en la vida

Aún en los casos en que uno planea cada detalle de un viaje, es imposible anticipar todo lo que puede suceder y todas las situaciones que se puedan presentar. Por eso, a pesar de que tengamos organizado nuestro itinerario -y también nuestro presupuesto-, hay momentos en los cuales se presentan oportunidades únicas, que no debemos desaprovechar. Por ejemplo, si yo tengo planeada la realización de un tour o de una actividad específica, y sobre la hora se presenta la oportunidad de hacer un plan aún más completo o de mayor calidad, en la medida de lo posible debo aprovecharla. Fue así como en un viaje que hicimos hace varios años a Hawái, mi compañero de viaje y yo habíamos reservado un sobrevuelo corto en helicóptero sobre parte de la Isla Grande. No obstante, al llegar a la oficina de la compañía en la ciudad de Kona, nos informaron que habían quedado libres 2 espacios para hacer un sobrevuelo sobre la totalidad de la isla, haciendo una parada para reabastecimiento en la ciudad de Hilo. Aunque ese precio adicional se salía un poco de lo que habíamos presupuestado, no lo pensamos dos veces, hicimos el pago con tarjeta de crédito (diferido a varias cuotas) y resultó siendo una de las mejores experiencias de nuestras vidas, de la cual no nos arrepentimos. Por el contrario, creo que sí nos habríamos arrepentido después, de no haber tomado esa oferta que se nos presentó de forma inesperada. Así que siempre que sea posible, hay que aprovechar esas oportunidades que surjan durante un viaje que no sabemos si en el futuro podremos repetir.

En Pamukkale, al occidente de Turquía.

6. La clave está en encontrar el punto medio que me dé la máxima tranquilidad, con la mayor flexibilidad posible

Por último, creo que la clave para disfrutar de nuestro viaje está en encontrar ese punto medio entre la planeación previa de nuestra experiencia y el dejarnos llevar por las situaciones que vayan surgiendo por el camino. De esta manera, la planeación con anticipación nos permitirá tener asegurados algunos de los aspectos fundamentales de nuestro viaje, dándonos la seguridad de que lo básico ya está perfectamente coordinado, mientras simultáneamente tenemos la posibilidad de relajarnos, de ir viviendo al máximo los momentos que se nos van presentado durante nuestra experiencia, sin sentirnos atados por un programa estricto y cuadriculado que si no se cumple al pie de la letra puede generar frustración y malestar.

Así que la próxima vez que vayan a realizar un nuevo viaje no olviden tener en cuenta estas recomendaciones para planear con anticipación lo que sea necesario y útil para aprovechar su tiempo y sus recursos en ese nuevo destino, dándose siempre la oportunidad de disfrutar de cada momento, dejándose llevar y sorprender por lo que vaya surgiendo durante esa experiencia de viaje, que es en últimas la que nos va a hacer distintos y felices cuando regresemos a casa.

Hasta la próxima!

Julián A. Gómez-Díaz – Itinerant Lawyer